domingo, 10 de mayo de 2015

Resaca

Despiertas con la boca pastosa, sucia , con sed...
Con un terrible dolor de cabeza, entre sábanas sucias y revueltas que huelen a sudor y a fluidos corporales indeterminados.
El estómago lo tienes revuelto y al tratar de incorporarte, un tiovivo de mil demonios comienza a agitar el Mundo que te rodea en una escala de 7,6 grados en la escala de Ritchter.

No recuerdas demasiado bien lo que estuviste haciendo ayer. Entre retazos de una película de terror que es tu vida, aciertas a recordar vagamente el fondo vacío de mil vasos de cristal, rodajas de limón huérfanas de guarnición, perdídas entre pequeños cubitos de hielo y una sonrisa blanca, de dientes imperfectos buscando tu boca con ansia y desesperación.

Empiezas a recordar el aroma de unos cabellos de un olor determinado. Mezcla de pachuli y a hembra peligrosa.
Asocias la sonrisa de dientes descolocados a aquel olor. Una boca imperfecta, como la vida, pero apetecible, como la muerte.

Risas , alcohol, mas risas, mas alcohol... El suave tacto tibio de una piel y el frio tacto del metal.
Hueles tu camiseta y aún lleva impregnado aquel olor de tu última pieza cobrada. Te gusta como huele. A mujer. A damisela deshonrada. A solitaria cazadora de corazones esquivos.
Los rayos del sol que penetran oblicuamente desde el ventanal, te producen una reacción vampírica de rechazo a la luz. Inmediatamente buscas el lavabo y te echas agua fresca abundante por la cara, mientras que un lamento quejumbroso y gutural, te recuerda que las viejas cañerías de ese cubil en el que pernoctas, poseen algún que otro siglo de antigüedad y te recuerdan que tu tampoco eres ya ningún chaval.

Alcanzas tus botas. Poseen un olor a cuero que te recuerdan a la madera de un viejo taller y al aroma de un buen bourbon.

Manos toscas con anillos de plata y restos de grasa entre uñas y huellas dactilares que te recuerdan que tu moto, se quedó anoche durmiendo en la puerta de casa. Manos que anoche, recorrían la piel suave y blanca de aquella hembra rotunda que te dió lo único que poseía.

Recuerdos de sexo, de abrazos y besos, de la penumbra de una habitación destartalada , iluminada intermitentemente por la luz de neón de un cartel de publicidad , ubicado justo enfrente de la vieja ventana de marcos de madera.


Luces rojas, azules, verdes... que teñían la escena de su piel, mientras se arqueaba peligrosamente para la salud de su espalda a la vez que apretaba tu cabeza contra su sexo, sintiendo deshacerse en tu boca. Vaciarse por completo de problemas, complejos e inseguridades, mezcladas con decilitros de flujo vaginal que aún dejan un cierto regusto en tu boca... y dibujan una sonrisa socarrona en tu rostro, al recordar los detalles de todo aquello.

Al acabar,recuerdas que se cabreó porque no quisiste quedarte con ella. Pero necesitabas sentir el aire fresco de la noche.
Una motocicleta solitaria surcando las calles vacías y mojadas, bajo la luz de las farolas, que custodian la noche de las sombras y la mas dura oscuridad.

Recuerdos de ayer, deja vu de mañana... En realidad, poco importa.
Te vistes pesadamente, arrancas tu motocicleta entre el estruendo de sus escapes y maldices la hora en que las autoridades impusieron el uso obligatorio del casco.
Hoy desayunarás unos huevos con bacon en una terraza desvencijada de un bar de parroquianos, al borde de una carretera poco transitada. Después irás a cortarte el pelo a la peluquería de Maxi entre latas de cerveza fresca y buena música de rock & roll como banda sonora de fondo y te sentirás un hombre nuevo. Preparado para hacerle un par de cientos de kilómetros mas, al viaje de tu vida.

Al fin y al cabo, si tu vida es tan decrépita como la historia de un viejo músico de blues... ¿Que importa una resaca mas o una resaca menos?

Doktor Jeckill. 10 de Mayo de 2015.

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